La luxación de hombro es una lesión frecuente que afecta principalmente a personas jóvenes y deportistas, especialmente hombres. Esta lesión ocurre cuando la cabeza del húmero se desplaza fuera de la cavidad glenoidea del omóplato, generando dolor intenso, pérdida de movilidad y riesgo de inestabilidad crónica si no se trata adecuadamente.
Qué es una luxación de hombro y cómo ocurre
La luxación de hombro se produce cuando la articulación glenohumeral pierde su congruencia normal, es decir, la cabeza del húmero sale de su posición dentro de la cavidad glenoidea del omóplato. Este desplazamiento puede ser anterior, posterior o inferior, siendo la luxación anterior la más común.
Generalmente, esta lesión ocurre tras un traumatismo directo o una caída con el brazo en una posición vulnerable, como en deportes de contacto o actividades de alto impacto. La estructura del hombro, que prioriza la movilidad sobre la estabilidad, facilita este tipo de desplazamientos.
Además, la edad y el género influyen en la incidencia de la luxación. Estudios muestran que la mayoría de los casos se presentan en hombres jóvenes, con una media de edad de 29 años, debido a su mayor participación en actividades físicas intensas y deportes de contacto como rugby, baloncesto o balonmano.
Diferencias entre luxación, subluxación y esguince
Es importante distinguir entre luxación, subluxación y esguince, ya que cada una implica un grado diferente de afectación articular y requiere abordajes distintos.
La luxación implica la salida completa de la cabeza del húmero de la cavidad glenoidea, causando una pérdida total de contacto articular. Esto suele ser muy doloroso y limita la movilidad.
Por otro lado, la subluxación es un desplazamiento parcial o temporal de la articulación, en el que la cabeza del húmero se mueve fuera de su posición normal pero regresa espontáneamente o con ayuda. Puede generar sensación de inestabilidad o “desplazamiento” sin bloqueo total.
Finalmente, el esguince afecta los ligamentos que estabilizan la articulación, sin que haya desplazamiento óseo. Se caracteriza por dolor y limitación funcional, pero la articulación permanece en su lugar.
Diagnóstico y tratamiento inicial
El diagnóstico de una luxación de hombro se basa en la historia clínica, el examen físico y pruebas de imagen. Tras un traumatismo con dolor intenso y deformidad visible, el médico confirmará la luxación mediante radiografías para evaluar la posición del húmero y descartar fracturas asociadas.
El tratamiento inicial consiste en la reducción de la luxación, es decir, colocar la cabeza del húmero nuevamente en su cavidad. Este procedimiento debe realizarse con cuidado para evitar daños adicionales y generalmente requiere analgesia o sedación.
Después de la reducción, se recomienda un período de inmovilización. Tradicionalmente, se utiliza una eslinga que mantiene el brazo en rotación interna, pero estudios recientes sugieren que la inmovilización en rotación externa podría reducir las tasas de luxaciones recurrentes, aunque este enfoque aún requiere más investigación antes de ser adoptado de forma rutinaria.
Ejercicios de rehabilitación tras una luxación de hombro
Una vez que el dolor agudo disminuye y el hombro está estabilizado, comienza la fase de rehabilitación. Esta etapa es crucial para recuperar la movilidad, fuerza y funcionalidad del hombro.
El programa de fisioterapia traumatológica debe ser personalizado, incluyendo ejercicios de rango de movimiento para evitar rigidez, así como técnicas de terapia manual para mejorar la flexibilidad y reducir el dolor. La progresión gradual es clave para no comprometer la estabilidad articular.
Los ejercicios en Clínica RIN se complementan con fortalecimiento muscular para proteger la articulación y prevenir nuevas luxaciones. La colaboración con un fisioterapeuta especializado garantiza un plan adecuado y seguro.
Potenciación de músculos agonistas y antagonistas
El equilibrio muscular alrededor del hombro es fundamental para la estabilidad articular. Por ello, la rehabilitación incluye la potenciación tanto de los músculos agonistas como antagonistas.
Los músculos del manguito rotador, deltoides, trapecio y romboides deben fortalecerse para mantener la cabeza humeral centrada en la cavidad glenoidea durante el movimiento. Un desequilibrio muscular puede predisponer a la inestabilidad y a luxaciones recurrentes.
Ejercicios específicos para cada grupo muscular, realizados con control y progresión, ayudan a restaurar la función normal del hombro y a mejorar el control neuromuscular, disminuyendo el riesgo de futuras lesiones.
Movilidad progresiva y control neuromuscular
La movilidad progresiva es un pilar en la rehabilitación post-luxación. Se inicia con movimientos suaves y asistidos, avanzando hacia ejercicios activos y funcionales que imitan las actividades diarias o deportivas.
El control neuromuscular, que implica la coordinación y estabilidad dinámica del hombro, debe trabajarse mediante ejercicios que mejoren la propriocepción y la respuesta muscular ante cambios de posición o carga.
Recientemente, se han desarrollado tecnologías innovadoras como robots de rehabilitación que replican el ritmo escapulohumeral, facilitando una recuperación más efectiva y controlada. Estos dispositivos ayudan a estabilizar movimientos compensatorios y a restaurar patrones de movimiento normales.
Prevención de nuevas luxaciones y fortalecimiento estabilizador
La prevención de luxaciones recurrentes es uno de los mayores retos tras una lesión inicial. Para ello, es fundamental continuar con ejercicios de fortalecimiento y control estabilizador a largo plazo.
El fortalecimiento muscular, especialmente de los estabilizadores del hombro, junto con un calentamiento adecuado antes de la actividad física, reduce el riesgo de nuevas luxaciones. Además, en deportes de contacto, el uso de protectores adecuados puede minimizar el impacto directo sobre el hombro.
En casos de inestabilidad crónica o luxaciones recurrentes, la cirugía puede ser necesaria. Procedimientos como la artroscopia de hombro permiten reparar tejidos dañados y reconstruir ligamentos estabilizadores, mejorando la función y reduciendo el riesgo de nuevas lesiones.